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Comprender la inmunoterapia para la alergia (niños)

La inmunoterapia es una forma de tratar las alergias. Ayuda al cuerpo de su hijo a reaccionar menos a las cosas que causan síntomas de alergia. También se conoce como desensibilización, hiposensibilización o vacunas contra la alergia. El proveedor de atención médica de su hijo especialista en alergias o asma hablará con usted sobre el mejor tratamiento para su hijo.

Cómo funciona la inmunoterapia

Proveedor de atención médica aplicando un inyección en el brazo a un niño mientras una mujer mira.

La inmunoterapia se realiza para tratar a niños que tienen alergias nasales (rinitis alérgica) o asma. Se produce una mezcla a partir de cosas a las que los niños son alérgicos. Estas pueden incluir polen (pasto, árboles), esporas de moho, caspa animal, veneno de abejas y ácaros del polvo de la casa. Esta mezcla se denomina extracto de alergia. Su funcionamiento se parece mucho al de una vacuna. Se administra en forma de inyección. Con el tiempo, se administran dosis cada vez más altas. El cuerpo de su hijo se va acostumbrando cada vez más a las exposiciones. De esa manera, la respuesta a los alérgenos presentes en el medio ambiente va disminuyendo. La inyección no contiene medicamentos, como antihistamínicos o esteroides.

Algunos tipos de inmunoterapia ahora pueden administrarse bajo la lengua. Esto se denomina inmunoterapia sublingual. Los comprimidos o las gotas se colocan diariamente debajo de la lengua. Se pueden administrar en el hogar. No todos los planes de seguro cubren esta forma de inmunoterapia.

Recibir inmunoterapia

La inmunoterapia se administra mediante una inyección en la grasa de la parte posterior del brazo. Es posible que no duela tanto como una inyección en un músculo, como la inyección de la vacuna antigripal. Después de que su hijo reciba la inyección, es posible que tenga enrojecimiento e hinchazón en el brazo. Su hijo deberá permanecer en el consultorio del proveedor de atención médica durante 30 minutos, o según se le indique, después de cada inyección. Esto se hace para asegurarse de que su hijo no tenga una reacción alérgica. Si bien las reacciones a las vacunas contra la alergia no son frecuentes, pueden ser graves y pueden requerir tratamiento inmediato.

Es posible que su hijo reciba inyecciones una o dos veces por semana durante un máximo de un año. La dosis y la frecuencia de las vacunas contra la alergia cambiarán con el tiempo. Cuando se alcanza la dosis máxima efectiva, las inyecciones pueden administrarse con menos frecuencia. Puede ser cada dos semanas y luego una vez al mes, por ejemplo. El proveedor de atención médica de su hijo establecerá un cronograma para su hijo.

Pueden pasar entre 12 y 18 meses antes de que los síntomas de alergia de su hijo mejoren. Algunos niños pueden comenzar a sentirse mejor en 3 a 6 meses. Su hijo puede recibir tratamiento durante aproximadamente 3 a 5 años. Una vez que se interrumpe la inmunoterapia después de 3 a 5 años, la mayoría de los niños siguen sintiendo los beneficios durante años. Algunos proveedores de atención médica podrían recomendar que su hijo lleve epinefrina después de las inyecciones.

Mientras su hijo esté recibiendo tratamiento

La inmunoterapia es solo parte del plan de tratamiento para niños con alergias. Tarda un tiempo en hacer efecto. Por lo tanto, su hijo deberá seguir tomando los medicamentos para la alergia según las indicaciones de su proveedor de atención médica. También es importante eliminar tantos alérgenos como sea posible del entorno de su hijo, por ejemplo, los ácaros del polvo.

Cuándo llamar al proveedor de atención médica

Llame al proveedor de atención médica de su hijo de inmediato si su hijo presenta síntomas como los siguientes:

  • erupción roja que puede causar picazón (urticaria);

  • hinchazón inexplicable de cualquier parte del cuerpo;

  • sibilancias al respirar.

Cuándo llamar al 911

Llame al 911 si su hijo tiene estos síntomas:

  • dificultad para respirar;

  • opresión en la garganta o dificultad para hablar;

  • desmayo o mareos;

  • sensación de fatalidad;

  • vómitos;

  • latidos cardíacos acelerados o pulso muy rápido;

  • dolor abdominal (intenso o en aumento);

  • piel o labios de color azul, morado o gris;

  • convulsiones o sacudidas rítmicas.

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